A ver, voy a intentar explicaros este gesto que ha viajado
tanto. Creo que hay que explicarlo porque esto solo puede ocurrir aquí. Repito:
en ningún lugar del mundo puede ocurrir algo así. Insisto: ni en Italia, ni en
Brasil, ni en Argentina… en ningún lugar del mundo sucede esto. Entiendo
perfectamente la gracia que provoca y las risas que suscita. Tiene arte. Pero
detrás de ese gesto hay algo trascendente que será difícil de percibir para
mucha gente. Como decía al principio, voy a intentar explicarlo: Para
cualquiera de vosotros vuestro equipo de fútbol es eso, vuestro equipo de
fútbol. Para esta niña no. Vuestro equipo de fútbol es ese que sale en la
prensa deportiva y que os emociona u os entristece cada partido. Para esta niña
no. Vuestro equipo de fútbol es ese del que habláis con los amigos y con el que
vaciláis al del equipo de enfrente. Para esta niña no. Para esta niña su equipo
de fútbol está presente siempre, en cada gesto de su pequeña vida, en cada
momento de su corta existencia. Su equipo de fútbol le brota por la piel casi
sin quererlo, no importa que gane, pierda, suba o baje, el éxito es sentirlo.
Su equipo de fútbol es único y la forma de sentirlo también es única. Nada es
comparable a llevarlo dentro y uno aprovecha cualquier momento para decir: Yo
soy del Betis. Y cuando estás feliz gritas “Viva el Betis” y el pecho se te
hincha de ilusión y tu felicidad se multiplica. Y cuando estás triste dices
“Viva el Betis” y entonces sabes que existe un hilo de esperanza y que las
cosas no son tan graves y que da igual porque estás vivo y vas a tirar para
adelante y entonces sientes consuelo. Siéntete orgulloso de los éxitos de tu
equipo, sea cual sea. Hazlo y disfruta de esa efímera felicidad. Esta niña y yo
vamos a disfrutar eternamente de querer a nuestro equipo de fútbol y en esos
pequeños o grandes momentos de emoción diremos: …y que viva el Betis, porque no
hay un orgullo comparable a éste. Ya sabes… manquepierda.